Sueño de poetas
René Flores
Cansado Elqui de arrastrar sólo piedras y suciedad, creyó necesario hablar con su señor, el océano, y contarle de su nostalgia. Llevaba mucho tiempo sin oir las alegrías del valle cantadas sin opresión ni desconcierto. Le dijo también que su aguante a la inmundicia estaba llegando al límite, que tal vez sería mejor hablar con sus madres montañas para que le concedieran la muerte.
Pacífico escuchaba con atención, porque Elqui le hablaba con respeto y cuando éste terminó, el honorable se tomó un tiempo para reflexionar. En las tres últimas décadas, Elqui le había servido ininterrumpidamente y con aguas más limpias que las provenientes de la ciudad, por lo tanto, creyó oportuno expresar su reconocimiento a la abnegación y honestidad del fiel rio. Así lo hizo y le recomendó agudizar el oído.
Esa noche, como otras siguientes, Pacífico solidarizó con la aflicción de sus súbdito recogiendo sus aguas lo más que pudo para evitar afectarle con el ruido de las olas. Al tercer día el viento comprendió el movimiento del mar y también decidió arrastrarle los sonidos soplando suave y alternadamente sobre ambas riberas de Elqui. Sucedieron varias noches de recogidas oceánicas y brisas mutantes sin que el magro y sucio Elqui pudiera escuchar alguna muestra de sinceridad colectiva y verdadera alegría.
Una mañana, Elqui comunicaría a Pacífico la buena nueva:
_ Señor, agradezco las oportunidades que me has dado en todo este tiempo, pues ya no quiero morir… Anoche recuperé la esperanza.
_ Nunca la has perdido, Elqui _rectificó Pacífico _ Sólo descubriste algo novedoso ¿verdad?
_ Así es, señor_, dijo Elqui y le enteró de su descubrimiento nocturno.
Al mediodía, Pacífico quiso contárselo al Padre Sol, pero el revuelo de gaviotas y golondrinas costeras, le indicó que Su Majestad, además de estar bien informado por su nieta Luna, ya preparaba una determinación. Y le bastó esperar hasta poco antes del crepúsculo para saber que tantas aves enfilando sobre Elqui, valle arriba y con viento a favor, no era casualidad.
Aquel día, un grupo de poetas, escritores y músicos, celebraban los cien años de Neruda y vieron desde La Recova una bandada en vuelo hacia la montaña...
Del mismo modo volaron sus sueños.
Han venido hasta aquí, alguna vez...
Por orden alfabético: Alfredo Leyes, Benito Cortés, Caupolicán Peña, Carlos Newman, Eduardo Villalobos, Ercira Córdova, Erick Esquivel, Julián González, Luis Macaya, Milenko Casanova, René Flores, Sergio Castillo, Ulises López, Víctor Aliaga, Yúvica Aguilera.
Principios de "La Bandada"
Por definición "La Bandada" es una organización democrática, entendiendo por esto que sus miembros están en condición de igualdad respecto del compromiso espiritual que los reúne. Además, la democracia de "La Bandada" implica el derecho a expresarse ejerciendo con libertad dicho compromiso y reconoce que lo que afecta a uno de sus miembros afecta al organismo completo.
Valora el trabajo en equipo, las experiencias individuales y colectivas. También reconoce el valor de la sabiduría popular y de las etnias originarias.
Pondera la crítica y autocrítica constructivas o reparadoras como instrumentos de desarrollo tanto personal como comunitario.